Meterse una espina en la parte inferior del dedo duele y, por prisas, es habitual recurrir a una aguja de coser para “hacer un agujerito” y cazarla. Ese gesto añade daño y riesgo de infección. La alternativa que proponemos evita pinchazos: transformar una jeringuilla de plástico en una pequeña ventosa que, con succión controlada, hace que la astilla asome para poder extraerla con unas pinzas finas y desinfectadas.
Pinchar rompe tejido, puede empujar la espina más adentro y abre una vía innecesaria para gérmenes. La succión, en cambio, “tira” de la espina hacia el exterior aprovechando la presión negativa; si la herida es superficial, el borde de la astilla asoma y se toma con pinzas sin ampliar el daño.
Lava bien las manos con agua y jabón, enjuaga la zona del dedo, seca con suavidad y desinfecta con una solución antiséptica. Ten a mano una jeringuilla de plástico limpia sin aguja, unas pinzas de punta fina y alcohol o clorhexidina para desinfectarlas. Si la piel está muy reseca, un toque de agua tibia o suero facilita la hermeticidad de la ventosa.
La jeringuilla viene con un cono donde se acoplaría la aguja. Secciona ese extremo plástico con un cúter bien afilado y limpio, retirando solo la parte final para que quede una boquilla de borde recto que apoye plana sobre la piel. Repasa el canto para que no queden rebabas y vuelve a desinfectar. Ya tienes una microventosa unida al émbolo y al cuerpo de la jeringuilla.
Coloca la boquilla plana sobre el punto de la espina asegurando un buen sello contra la piel, presiona con suavidad para expulsar el aire de la cámara y tira lentamente del émbolo para crear succión; mantén unos segundos, suelta y observa si la punta de la espina asoma. Repite el ciclo de succión dos o tres veces con calma; cuando veas la espina visible, acerca las pinzas previamente desinfectadas, sujétala desde la base alineando la tracción en el mismo sentido en el que entró y retírala con un movimiento continuo y firme sin sacudidas. Al terminar, limpia de nuevo la zona con antiséptico y deja que se seque al aire; si sangra ligeramente, presiona con una gasa limpia y, si quieres, aplica una tirita respirable durante unas horas.
Observa la piel durante las siguientes 24–48 horas. Un enrojecimiento leve inicial es normal; lo que no debe aparecer es dolor creciente, calor marcado, pus o enrojecimiento que se expande. Mantén la zona limpia, evita rascados y renueva el antiséptico si fuese necesario.
Si la espina es profunda, está incrustada bajo la uña, es de vidrio o metal, afecta a niños pequeños o personas con problemas de circulación, diabetes o inmunosupresión, aparece cerca de ojos o mucosas, o hay signos de infección evidente, el camino seguro es consulta sanitaria. Si tras varios intentos suaves no asoma, no insistas.
Un sellado perfecto es la clave de la succión: apoya la boquilla en piel seca pero no resbaladiza, evita vello entre el borde y la piel, y controla la fuerza; demasiada succión puede causar un moratón pequeño, así que prioriza ciclos breves y progresivos. Si el dedo está frío, caliéntalo unos segundos con agua tibia para favorecer la vasodilatación y la flexibilidad de la piel.
¿Sirve cualquier tamaño de jeringuilla? Sí, pero los formatos pequeños de 2–5 ml suelen sellar mejor en dedos.
¿Hace falta esterilizar al fuego? No; basta con limpiar y desinfectar bien jeringuilla, boquilla y pinzas con alcohol o clorhexidina.
¿Duele la succión? Notarás presión; si duele, reduce la fuerza o detente.
¿Qué pasa si se rompe la espina? Limpia, observa y no sigas forzando; si quedan fragmentos o hay reacción inflamatoria, consulta.
Este contenido es informativo y de primeros auxilios básicos. No sustituye la valoración médica. Ante dudas, dolor importante o signos de infección, acude a un profesional.
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